El lugar donde me sentí libre y en paz. Un rinconcito en la Medina de Assilah, donde contemplar el Atlántico y el atardecer.
Poder sentir que todos somos iguales, a pesar de nuestras diferencias: a todos nos gusta contemplar el atardecer.
Maravillosa sensación sensorial para la vista y los oídos ver y escuchar las olas y las canciones que tararea un grupo de jóvenes y como broche final, los aplausos al unísono despidiendo al sol.
Volvería una y otra vez...